Pareciera que la gente ya no escribe cartas, que el papel deja de ser indispensable para que se sepa a quien queremos, a quien extrañamos, a quien no queremos volver a ver o de quien nos estamos acordando.
¿Adónde fueron las cartas?
Algunas están en este espectáculo.
El texto que sigue fue el regalo de un amigo, Eduardo Dayán.
“Las cartas de amor son turbulentas, alborotadoras, insensatas. Ellas florecen para adentro y cambian para bien los colores de los ojos de sus lectores.
Las cartas de amor se conjugan en la primera persona del singular del Presente del Indicativo del verbo tequierotequierotequiero.
Las cartas de amor son drogas de amplio espectro. Todas presentan deseados efectos secundarios que engrandecen la vida. Su uso está recomendado por las Naciones Unidas, las ONG reconocidas y por reconocerse, la Sociedad Interamericana de Salud Mental y la Comisión Nacional de Energía Atómica.
Las cartas de amor curan el mal de ausencia, el insomnio, la yeta y la mala leche.
Las cartas de amor son gloriosamente adictivas, balsámicas, numismáticas, orgásmicas y cósmicas. Engordan la vida, por lo que la sugerencia de este chef es leerlas a solas y en ayunas.”
Este espectáculo fue estrenado en Abril de 2007 junto a Giselle Rataus.
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